pienso en esa tradición que dice que son las
amigas de la novia las que tienen que vestirla. Yo una vez vestí a una, literalmente.
Era una boda gallega y como todas las demás estaban muy nerviosas, me tocó
apretar y atar uno a uno los mil lazos del corsé. Se sintió contradictorio,
pero extrañamente hermoso. Atarla para la venta. Para la venda. Bebimos mucho
luego. Comimos durante varias horas. Hubo incluso que bailar entre platos.
Estuvo bueno. Salió así...
pero
de todo ese tiempo que va de salir de la casa de amun anadad
hasta encontrar amores que no
se poseen pero para sí se tienen en un balcón - pasando por
los que no hay que permitir que a una la posean al menos por
demasiado tiempo - de todo este tiempo en el que el tú se cambia por se y
el la por él y el vos por nos y el no por sí y ya no se sabe cuánto abarca la
potencia de lo que sea
que quiera decir nosotrxs, nuestros cuerpos - de todo ese
perder miedo a perder el norte en tierras
alejadas que se
conjura en el momento justo en el que sabes que - y no me
encontré con mi destino - no hay camino - de todo esto, y no sólo, Cásala
es el disco. Cásala es el disco que cuenta todo este tiempo y este
descubrimiento de un mundo de bodas bien complejo, que cuenta más que esto, su
dolor, su política, su alegría y su tempo. Que lo cuenta mejor que cualquier
poema adhoc, dónde va a parar. Es el disco que lo tararea, que lo pone a
bailar, que lo canta en nuestras bocas como un algo que nos protege entre las
normas y el miedo y la incertidumbre. Y algo así debe de ser el quinqui folk;
la lírica de hoy, si quieres. Algo como para no dormir de noche. Y sale así
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